TAKE THIS WALTZ - CRÍTICA



Michelle Williams despertó mi admiración en "Blue Valentine", la mantuvo con "My Week with Marilyn" y ahora la sella definitivamente con "Take this Waltz".


Lo que empieza como una comedia romántica tipo express, con un enamoramiento idealizado, termina como un drama sobre el vacío humano, y como una disección de los procesos en las relaciones de pareja actuales. Un drama que, en momentos concretos, toca las teclas adecuadas para remover algo dentro de nosotros.
Tal vez éste es el gran mérito de Take This Waltz, el aparentar normalidad, cercanía, verosimilitud. Aquí no hay personajes que sean grandes artistas o eruditos del día a día, no hay momentos de ensueño o rienda suelta al sentimentalismo. Se intenta evitar lo peliculero en la medida de lo posible, en lo que bien podría ser una alusión clara a los sentimientos de la protagonista, en relación a su situación amorosa y vital en general.
Sin descubrir absolutamente nada ni tener demasiados argumentos para perdurar en la memoria, nadie le quita a Take This Waltz la condición de agradabilísima por encima de todo, tiene la virtud de recuperar lo indie made in Hollywwod y enderezarlo, cuando ya todo parecía haberse torcido hacia un engendro de Mtv.
El film camina al principio algo irregular, jugando con algún recurso demasiado fácil y cayendo en ciertos tópicos. La película crece es la escena del parque de atracciones. Aunque llega verdaderamente a su plenitud cuando ella toma la decisión definitiva. La conversación centrada sólo en el rostro y las palabras de él, la confesión de la ducha, la ventana entre ambos. Derroche emocional, detalles que te desarman y dos excelentes interpretaciones de Michelle Williams y Seth Rogen.
Sin artificios ni los enredos típicos, sin estúpidos malentendidos ni situaciones forzadas. Simplemente el problema, en crudo, sin adornos. Sin villanos ni héroes. Sin gritos.
Cuando la película parece haber alcanzado ya su objetivo nos da más, nos cuenta lo que pasa después del final de las malas comedias románticas, del y fueron felices y comieron perdices. De como la aventura es por definición efímera. Y nos lo cuenta virtuosamente con una secuencia de travellings circulares que dibujan con precisión esa relación de pareja. Vemos el fracaso de la protagonista pero no necesariamente se nos presenta como un error, eso es algo que deberá decidir el espectador. La búsqueda constante de un sueño, asumir cierto vacío... se plantea el problema, un problema del ser humano, sin un posicionamiento claro. Una mujer, su pareja y el otro. Lo hemos visto ya en todas sus variantes posibles y desde todos los puntos de vista. La cuestión es si aún se puede contar algo, contar su propia historia. Creo que, sin llegar a sorprender ni mucho menos, la directora lo consigue, hace suya la película. No es fácil.