Después del furor de las citas rápidas, se viene el speed plating, la forma más barata de encontrar a tu media naranja y comer bien al mismo tiempo.
Una cita es como una inversión de riesgo: cuando invitás a comer a una chica o un chico al que casi no conocés, podés aburrirte como una ostra, pagar una cuenta escandalosa y encima volver solo (o sola). Son las reglas del juego. Pero ahora hay una manera de aumentar tus chances: el speed plating.
El speed plating es algo parecido al sistema de las citas rápidas (speed dating), porque en una sola salida conocés a 4 personas, pero en el marco de una cena de cuatro pasos, lo que ayuda a romper el hielo y te ahorra al menos 3 cuentas en el restaurante.
Su creador, el chef Danny Boome, conductor del programa Rescue Chef, se dio cuenta de que el speed dating resulta incómodo si no surge rápido un tema de conversación interesante, y que la comida era una buena excusa para iniciar la charla. “Al instante en que se sirve el plato, hay algo de qué hablar", dice.
Así que, en coordinación con Speed Date, una página web internacional que hace de celestina del siglo XXI, puso en marcha esta nueva versión del speed dating en el bistró Tree, en el East Village de Nueva York. Diseñó especialmente un menú de 4 platos, uno por cada cita, regado con champagne, tragos, cerveza y vino, a 100 dólares por cabeza.
COMO FUNCIONA
Al igual que el tradicional sistema de citas rápidas, el evento reúne a entre 16 y 32 personas que se inscriben cada noche, y que luego son agrupadas en parejas. La velada se divide en cuatro rondas de 20 minutos, una por cada plato. Cuando suena la campana, uno de los dos debe cambiar a la mesa de al lado. En este nuevo turno, la consigna es diferente: uno se venda los ojos y el otro debe darle de comer en la boca.
Si después de comerte cuatro platos y tomarte todo no pescaste nada, no importa: hay doble chance. Todavía podés conocer a alguien en el cocktail que cierra la velada. Las mesas se mueven a un lado para que todos los solteros se mezclen y sigan charlando, tomando una copa o intercambiando números de teléfono.
Según Boome, observar qué y cómo come una persona permite aprender mucho sobre su personalidad: si es un comensal exigente, sabe lo que quiere y es demandante; si en cambio muestra entusiasmo por probar nuevos platos y sabores, tiene un espíritu audaz y aventurero.
No estamos tan seguros de eso, pero a Boome parece que le da resultado. Piensa abrir doce sucursales más en Chicago, San Francisco, Los Ángeles y Atlanta. ¿Te animarías a hacer la prueba?